La técnica decorativa a la Cuerda Seca

Las cerámicas llamadas “de cuerda seca” se caracterizan por una yuxtaposición de vidriados de distintos colores que se hace directamente sobre un soporte arcilloso sancochado mediante unas líneas negras no esmaltadas que rodean los motivos vidriados, ya sean monocromos o polícromos.

Detalle de un plato decorado a la cuerda seca. Manufatura de Longwy, Francia

Dentro de esta categoría destacan dos variantes: la “cuerda seca total” y la “cuerda seca parcial”, siendo que la pieza esté o no, totalmente cubierta por los motivos ornamentales.

Los textos arqueológicos disponibles indican que la técnica de cuerda seca parcial en al-Andalús aparece a mediados del siglo X, como resultado evolutivo de la transferencia de una tecnología iniciada en Medio Oriente, probablemente durante el siglo IX. La técnica de cuerda seca total aparece posteriormente en un momento aún indeterminado del siglo XI (“Cuadernos de Medīnat al-Zaharā. Junta de Andalucía: Consejería de Cultura. Córdoba, 2008″ / ISSN: 1139-9996).

El antecedente inmediato del desarrollo de esta técnica, lo encontramos en las lozas “verde y manganeso” que conforman el conjunto de cerámicas vidriadas polícromas más importante de Medīnat al-Zaharā, que fue objeto de estudios pormenorizados e interpretaciones de valor histórico que ponen de relieve la tesis sobre su empleo como soporte expresivo de la legitimidad Omeya (Ibidem).

Ataifor Califal Verde y Manganeso. Medina al-Zahara, Córdoba

Los Omeyas fueron una dinastía de califas del Imperio Árabe, cuyo poder se extendió hasta los años 661 y 750. La dinastía estuvo conformada por catorce califas, cuyos reinados fueron breves, seguramente porque llegaban ya ancianos a la máxima dignidad en el mundo islámico, y a la cual, correspondía tanto el poder político y militar como el religioso.

La familia Omeya procedía de la tribu quraisí, que en tiempos preislámicos había gobernado la Meca, y que combatió al Profeta forzándole al exilio en Medina (622 d. C.). El califa Utmán, de los Omeyas, fue asesinado en 656 por los partidarios de Alí, quien se convirtió entonces en califa, pero el gobernador de Siria, Muawiyyah, también de la familia Omeya, se levantó contra él, acusándolo del asesinato de su pariente, y lo derrotó en la batalla de Siffin, en 657. Huido Alí a Iraq, Muawiyyah se encontró como árbitro de la nueva situación y se proclamó califa en Damasco, trasladando la administración del Imperio a esa ciudad siria.

Los obstáculos que encontraron fraguaron un clima interno inestable que pudo ser sobrellevado casi un siglo. Muchos musulmanes, especialmente en la zona más oriental del imperio, Irán e Iraq, despreciaban a los califas omeyas y sus métodos. Hashimíes y Alíes fueron grupos insurgentes que se opusieron desde un principio a acatar el califato Omeya, y que erosionaron poco a poco el poder de su dinastía.

En el exterior, el califato omeya cosechó nuevos éxitos. Después de una durísima guerra contra las tribus bereberes del norte de África, lograron controlar la región en torno al 710. Allí fundaron la base de operaciones de Kairuán, para desde el 711 lanzarse a la conquista de Hispania (donde medraba el reino visigodo), tras la victoria de Guadalete.

Mapa de los distintos Califatos e imperios hacia el año 820 d.C.

Pero los éxitos en la guerra exterior no libraron a los omeyas de la guerra civil interna (fitna) contra los seguidores de Alí y la familia abasí. El conflicto dentro de la propia familia omeya marcó el inicio de su fin, en torno al 740. Abbul Abbas, patriarca de los abasíes, se lanzó al frente de sus tropas contra el califa Marwan, que fue derrotado en la batalla de Zab. Huyendo a Egipto, el califa omeya fue capturado y ejecutado. Toda su familia fue exterminada por los abasíes, que se convirtieron en la nueva dinastía reinante.

No obstante, quedó un superviviente, Abd al Rahman, nieto del califa Hisam, que huyó hacia occidente haciendo entrada en la convulsa Hispania a mediados del siglo VIII. Allí creó un bando de seguidores con el que logró acceder al poder en 756, arrancando la provincia de la potestad de los abasíes, que enviaron a algún que otro agente para recuperarla. Abd al Rahman crearía en adelante una dinastía propia de emires independientes de Bagdad (nueva capital del califato). Su descendiente, Abd al Rahman III, dio el paso de proclamarse califa en Córdoba, aunque el poderoso Estado por él creado no sobrevivirá a la crisis de finales del siglo X y principios del siglo XI, desintegrándose el califato en 1031, y diluyéndose la familia omeya en sus luchas internas sin que pueda seguírsele la pista en adelante (“La Dinastía Omeya”).

El Califato de Córdoba: 929 – 1031 d.C.

El estudio de los componentes químicos y cristalinos de las pastas de cerámica encontradas en Madīnat al-Zahrā no permitió localizar los talleres. Sin embargo, los analistas subrayaron que las arenas arcillosas ilíticas que las componen se asemejan a las arcillas del cuaternario de la vega próxima al Guadalquivir, incluso en la zona de Madīnat al-Zahrā, y que pudieron abastecer los talleres de Córdoba y los supuestos talleres de Medina. La existencia de un repertorio de formas, de motivos, y de unas combinaciones de colores que parecen propios de las piezas en verde y manganeso, su uso supuesto como manifestación del «arte oficial» y el estudio de las firmas presentes en algunas piezas, llevaron a los historiadores a considerar la presencia de talleres en la propia Madīnat al-Zahrā. Los datos disponibles sobre las cerámicas de cuerda seca parcial de la época del califato Omeya indican que las cuerdas secas parciales de la zona cordobesa también son originales. Ellas se parecen poco a las producciones andalusíes coetáneas.

Redoma califal de cuerda y fragmento de jarra de cuerda seca

Aunque hay una gran variedad de formas y de facturas en las piletas de cuerda seca total del sitio, la mayoría comparten pastas de color rojo intenso. El resultado de los análisis llevados a cabo sobre la pasta de una de estas piletas permite considerar una producción en la zona cordobesa. Además, fragmentos de cuerda seca parcial y total, incluso de piletas, se encontraron en vertederos o testares adscritos al siglo XII, o principios del siglo XIII, en la Calle Moriscos, en la zona de Cercadilla y en la avenida de las Ollerías de Córdoba (“Cuadernos de Medīnat al-Zaharā. Junta de Andalucía: Consejería de Cultura. Córdoba, 2008 / ISSN: 1139-9996).

Pileta decorada a la cuerda seca parcial. Siglo XII

Las cerámicas de cuerda seca total y parcial de Madīnat al-Zahrā’ presentadas en 1912 por R. Velázquez Bosco son de los primeros fragmentos de este tipo claramente adscritos por los arqueólogos al mundo andalusí. Estos fragmentos –y ambas técnicas sin distinción– fueron considerados durante buena parte del siglo XX, como producciones de la época califal Omeya.

En un contexto historiográfico caracterizado por una visión centralista que considera Córdoba como principal foco de desarrollo del arte en época del califato, la paternidad de la técnica se atribuyó a Madīnat al-Zahrā. En 1987 M. J. Moreno Garrido publicó un estudio en el que propuso una adscripción almohade para las piletas de cuerda seca total descubiertas en este sitio, aclarando las dudas de algunos arqueólogos acerca de la adscripción cronológica de las cuerdas secas de Madīnat al-Zahrā.

Réplica de una pileta de abluciones almohade del S. XII

A finales de los años 1980, la excavación de distintos sitios aportó datos estratigráficos dando testimonio de la aparición de la técnica de cuerda seca parcial a mediados del siglo X en al-Andaluz. La técnica de cuerda seca total sería posterior ya que nunca aparece en contextos claramente adscritos a la época del califato Omeya (Ibidem)

El hallazgo de piezas de tipo «cuerda seca» anteriores a la segunda mitad del siglo X en el Medio Oriente excluye que la técnica sea de origen andalusí y, por ende, cordobesa. Uno de los procedimientos principales del desarrollo de esta técnica en la zona medio oriental se conoce como “cuerda seca hendida” en la que la línea separante es colocada dentro de un canal previamente esgrafiado sobre la pieza en crudo.

Mosaicos decorados en cuerda seca hendida. Museo del Louvre

Ahora, vale considerar la geografía de sus primeros centros de producción en al-Andaluz y la difusión de las piezas para estimar el papel capital de los califas Omeyas en la difusión de esta técnica. Las cerámicas de cuerda seca parcial y en verde y manganeso de Madīnat al-Zahrā y de Córdoba comparten motivos, de los cuales se destaca el motivo “al-mulk” que se consideró como «propio» de las cerámicas en verde y manganeso cordobesas, y como un soporte de expresión de legitimidad de los califas Omeyas.

Platos de Madīnat al-Zahrā con la inscripción “al-Mulk”

Las cerámicas en verde y manganeso de Madīnat al-Zahrā, completamente vidriadas, son impermeables y permiten conservar alimentos o líquidos varios. La mayoría de las piezas son ataifores, también se conocen diferentes tipos de formas cerradas con una morfología distinta de las formas cerradas con cuerda seca parcial. Éstas dejan ver parte del barro sin vidriar: no son impermeables, por lo que su uso prolongado sólo es posible para el agua. Otras diferencias entre las cerámicas en verde y manganeso y las cuerdas secas parciales de Madīnat al-Zahrā serían su geografía de dispersión y sus modos de difusión. En un estudio publicado en 1992, C. Cano Piedra propuso una síntesis de la dispersión en al-Andaluz de las piezas en verde y manganeso de «tipo Madīnat al-Zahrā» y una interpretación del proceso, iniciado en época califal, de difusión técnica, de imitación y de evoluciones estilísticas y formales que desembocaría en producciones diferentes de las cordobesas. En algunos sitios, nota la coexistencia de piezas de tipo Madīnat al-Zahrā y de piezas que serían producciones locales.

Jarra andaluza “Ajuar”. Siglos IX – X.

Al lado de la mezquita mayor de Córdoba, el antiguo palacio califal Omeya fue objeto de una renovación por parte de los almohades. Un brocal de pozo típicamente cordobés, con decoración de cuerda seca parcial, adscrito al siglo XII, se encontró en este palacio. Quizás algunos brocales sirvieron, tal como algunas tinajas, para el ritual de las abluciones. Estas formas arquitectónicas se consideran como algunos de los soportes de expresión y de difusión privilegiados de la propaganda almohade.

Brocal de pozo cordobés. Siglo XII. Mezquita Mayor, Córdoba.

 

Descripción de la técnica Verde y Manganeso

En esta técnica se trata de dibujar los motivos con un borde de pintura preparada con un medio graso, o bien, con algún mordente antiadherente que rechace las dispersiones acuosas. La técnica original, hispanomusulmana, se elaboraba con una tintura de dióxido de manganeso y frita a los que se agregaba aceite de linaza y materia grasa del tipo del sebo con el fin de marcar una línea café casi negra. Como ya se explicó, se desarrolló ampliamente en el Siglo X en el territorio de al Andaluz. Los huecos que deja la línea oscura y grasa se rellenan con esmaltes de diversos colores, de manera que son rechazados por la frontera grasa para que no se mezclen durante la cochura.

Requerimientos. – Las piezas a utilizar deben estar sancochadas. El motivo puede transferirse con la técnica de la tintura de carbón. En el caso de piezas planas, el motivo puede estamparse por serigrafía. La tintura se preparará con la consistencia requerida para el caso.

*6 El término japonés “mensou” (面相) significa “rasgos de la cara”. El pincel delgado recibe este mismo nombre debido a que, con él se decoran los rasgos de las figurillas de porcelana.

Procedimiento

Antes de comenzar a decorar se deben tener ya listos la tintura de manganeso y los esmaltes que vayan a emplearse.

Elaborar el motivo sobre la pieza ya sancochada con la ayuda de un lápiz de grafito o algún sistema de transferencia, como la tintura de carboncillo en agua.

Dibujo floral a lápiz sobre sancocho *7

*7 Cerámica Inés Casas

Para la tintura, colocar 50 ml de aceite de linaza en el recipiente resistente al fuego. Agregar el sebo o la vaselina y calentar suavemente la mezcla hasta que la grasa se disuelva. Dejar enfriar. Colocar el dióxido de manganeso y la frita en el mortero y mezclar bien. Agregar la mezcla de aceite y sebo y moler hasta obtener una crema fluida muy tersa y sin grumos. Si es necesario, agregar más aceite y / o espíritu de trementina para conseguir una fluidez que permita el suave fluir del pincel. Con sumo cuidado y precisión repasar con la tintura todas las líneas y áreas que quedarán sin esmalte.

Líneas pintadas con la tintura grasa de manganeso *8

*8  Cerámica Emilio Spuny

Dejar orear las líneas de un día para otro, de ser posible. Colocando la pieza en posición adecuada para que la superficie a rellenar quede horizontal y que llos esmaltes no se escurran, con la ayuda de las perillas con aguja rellenar los espacios con los diversos colores de vidriado en dispersión acuosa fluida pero no aguada. El relleno de cada área debe hacerse ágilmente para que la capa de esmalte se regularice antes de secar.

Colocando el esmalte con la perilla *9

*9  Club Duduá

Quemar a la temperatura de maduración de los esmaltes cuidando de no pasarse, para que éstos no escurran y arruinen el motivo.

Evolución de la técnica.

Con la utilización de los distintos óxidos, se desarrollaron diversos colores de esmaltes que, poco a poco, enriquecieron la paleta cromática. El incremento en el uso del óxido férrico produjo un color marrón brillante, y el mismo dióxido de manganeso agregado a una base, dio un color marrón oscuro. La introducción de óxido de cobalto nos da el característico azul ultramarino.

Plato sevillano a la cuerda seca. Triana, S. XIX

Siempre es importante recordar que, en el origen, estos esmaltes estaban hechos a base de plomo, lo que producía colores vibrantes muy específicos que, en el presente, se verán un poco alterados por el empleo de las fritas de borato cálcico: el atractivo verde producido por el cobre, por ejemplo, vira hacia el azul turquesa en presencia del sodio y el boro contenidos en la frita.

Azulejo iraní decorado a la cuerda seca. S. XVIII

En China, durante la Dinastía Qing (1644 – 1912), se desarrollaron lozas decoradas con la técnica de sobre esmalte o de tercera quema, influenciadas en gran medida por la presencia de sobrecubiertas procedentes de Francia y que se aplicaban por encima de una línea negra también elaborada con dióxido de manganeso. En esta técnica, era frecuente cocer la línea de manganeso antes de cubrirla con los colores de sobre barniz, de manera que los esmaltes de colores vendrían siendo cocidos en una cuarta quema. Destacan dos tendencias o estilos de este tipo: la “Famille Verte” que se caracterizaba por sobrecubiertas de distintos tonos de verde elaborados a partir del óxido de cobre, y la “Famille Rose” cuyo color dominante son los rosas y lilas intensos hechos a partir del oro musivo, un estannato de oro conocido también como “púrpura de Cassius”.

Si bien, estas técnicas no tienen nada que ver con la cuerda seca, ellas son, en cierto modo, un antecedente del uso de esta última técnica en el territorio oriental.

Taza de porcelana china con decoración al estilo de la cuerda seca

En la actualidad, existen muchos productores que decoran sus lozas mediante la técnica de cuerda seca en la que ya se involucran los colores derivados de pigmentos prefabricados que pueden dar una gran gama de colores. Son muy destacadas en España las locerías del barrio de Triana en Sevilla, en cuyas piezas aparece incluido el lustre de oro, y la Alfarería de Longwy en Francia que, al lado de las paletas de colores opacos, sigue produciendo exquisitas obras con sus afamados esmaltes transparentes.

Platos decorativos a la cuerda seca. Triana, Sevilla.

 

Piezas ornamentadas con la técnica de cuerda seca. Manufactura de Longwy, Francia.

 

Piezas mexicanas decoradas a la cuerda seca

 

José Ignacio Aguilar. “200 años de Libertad”. Mural de cerámica a la cuerda seca. Dolores Hidalgo, Guanajuato.

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